Abundante Material sobre Derechos Humanos.
(Por Gabriel Rugiero)En la presente edición del FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE abundan las películas con temática referida a Derechos Humanos, tratado desde variadas perspectivas, a veces insinuados, en ocasiones violentamente expuestos. Arranquemos con We Feed the World, de Erwin Wagenhofer, un documental que fundamenta el desequilibrio social del mundo, en dónde unos pocos tienen mucho, y la mayoría no tiene nada. “Dado el estado actual de la agricultura, podría alimentarse a doce millones de personas sin problemas. Dicho de otra manera: cada chico que muere de hambre hoy, es un hecho de asesinato”. Escuchamos perplejos al presidente mundial de Nestle (una de las compañías más importantes de alimentos del mundo) como asegura que “el agua debe ser cobrada, es un alimento y como tal debe tener un valor, y no como unos “extremistas” que aseguran que el agua es un derecho público”. Ante estas declaraciones nefastas uno se queda mudo, sin palabras, paralizado en la butaca.
En The Forsaken Land, de Vimukthi Jayasundara, una co- producción de Sri Lanka y Francia; el escenario de la guerra (soldados amotinados que humillan a un guardia de su propio lado, en su desnudez) sirve para retratar una familia humilde de Sri Lanka, con un lenguaje rico en imágenes y su fotografía (son casi mínimos los diálogos, remplazados por largos y bellísimos planos secuencia, una araña que se pasea por la mano del protagonista durante minutos en un único plano medio), nos induce en el pensamiento de otra cultura, su religiosidad que impregna su modo de vida, una mujer infiel embarazada que se envenena para evitar la deshonra, una hermana que se ahorca para guardar un secreto, una niña que huye de su abuelo (¿por las historias que este le cuenta ó quizas por un abuso sexual tácito?). El vestuario refleja la uniformidad de los personajes, hasta el hastío.
En cambio, en Strange Circus de Sono Sion, (Japón) explota el color (rojo, mucho rojo) con la misma violencia explícita que un padre viola a su hija, mientas mantiene sexo con su madre obligando a observar a la pequeña, a través de un orificio, encerrada en el estuche de un violonchelo. La violación de los Derechos se hace en este caso brutalmente descarnada en actos de corrupción impune. La mirada del padre, director de escuela, desde un televisor ubicado en el centro del aula, discursando una absurda moralina que el mismo no solo no práctica si no que infringe con morbosa obsesión, una clara denuncia a los medios de comunicación, el sistema educativo y el doble discurso (palabras & actos) de los padres y la familia como institución.
Tenemos otro pantallazo sobre la guerra, las diferencias raciales y religiosas en Zero Degrees of Separation, de Elle Flanders (Canada). Una pareja Israelí- Pakistaní enfrenta a diario la doble discriminación cada vez que deben atravesar las fronteras de su país. Las ametralladoras, los hombres de verde, los tanques de guerra, son un escenario real, cotidiano, como parte del atroz paisaje retratado en pleno siglo XXI (documental, 2005). Y hay más, en Masahista, de Brillante Mendoza (Filipinas), un muchacho filipino se prostituye con hombres para proveer dinero a su familia, y para su propio sustento; mientras que asiste al entierro de su padre.
Por supuesto estuvo presente el cine argentino denunciando los actos abominables cometidos por la dictadura militar, en Informes y testimonios- La tortura política en Argentina. 1966- 1972.
Un amplio panorama de distintas situaciones que se viven a diario en todas partes del mundo.